Por: Fernando Fernández López
El encuentro en
la residencia oficial de Los Pinos, entre el presidente Felipe Calderón y el
candidato vencedor de la pasadas elecciones presidenciales, el priista Enrique
Peña Nieto, causó polémica y malestar en el llamado Movimiento Progresista y su
candidato perdedor, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quienes
calificaron la reunión de incorrecta debido a que el proceso electoral no
concluye, y porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no
resuelva aun la impugnación electoral que presentaron los partidos PRD, PT y
Movimiento Ciudadano. Tanta fue la molestia del sector oficial de la izquierda
que el propio presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, calificó como “una
suerte de mentada de madre a quienes estamos luchando porque se analice a fondo
la constitucionalidad y legalidad del proceso electoral en su conjunto y que
sean las instancias correspondientes las que avalúen”.
El hecho que a
este primer encuentro formal, en privado y por más de una hora, el virtual
ganador de la elección presidencial entrara por la puerta principal de Los
Pinos, tiene entripado a los amarillos, y porque además la reunión Calderón-Peña
Nieto proyectó, a pesar del discurso deslegitimador obradorista y las amenazas
de provocar un conflicto social, que existen en el país las condiciones
normales que permitirán una transición pacífica y ordenada del próximo cambio
de poderes. Este panorama será reforzado por el fallo del Tribunal en favor del
triunfo de Enrique Peña Nieto que ratificará la legitimidad que le otorgaron
más de 19 millones de ciudadanos para convertirlo en presidente de México. De
ahí que la presencia del Peña Nieto en Los Pinos fue de lo más acertado porque
rompió la imagen que pudiera anidar en muchos mexicanos, de que sería un
candidato preocupado y acorralado por sus adversarios lopezobradoristas; lo
contrario, sugiere que Peña Nieto, con su visita al presidente Calderón, mostró
seguridad de su victoria y que ya está metido en el diálogo y los acuerdos para
el futuro inmediato.
La
esquizofrenia del PAN y su presidente Madero raya en el exceso al planear que
será su Consejo quien decida si acude o no a la toma de protesta del mexiquense
como presidente de la República el próximo primero de diciembre, olvidándose
que hace seis años, la actitud responsable del PRI permitió que Felipe Calderón
se convirtiera en primer mandatario, en una atropellada sesión de Congreso. Y Peña
Nieto de seguro estará consciente que se ungirá como presidente de México; esta
vez, a diferencia del accidentado año de 2006, ya se aprobó una reforma
constitucional que permitirá a Peña Nieto tomar protesta y posesión del cargo
de Presidente, en caso de que el Palacio de San Lázaro pudiera ser
secuestrado.
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