Pese
a todo, a la guerra sucia en su contra, Enrique Peña Nieto, candidato
del PRI y del PVEM, está en la antesala de la Presidencia de la República
y, en todo caso, en este momento, la verdadera competencia en el actual proceso
electoral es por el segundo lugar, posición en la que el izquierdista Andrés
Manuel López Obrador y la panista Josefina Vázquez Mota, sostienen una disputa
en la guerras de cifras que ofrecen las casas encuestadoras.
A
escasos siete días de las elecciones y a dos de que finalicen las campañas
políticas, el promedio de encuestas dan una ventaja de 15 puntos a Peña Nieto.
Una ventaja que el mexiquense mantiene contra viento y marea, pues ha
enfrentado todo tipo de ataques, como los eventos del movimiento #YoSoy132 y los golpes mediáticos sobre
supuestas revelaciones de su vida privada, o lo que tiene que ver con la
presunción y acoso en contra de altos funcionarios priistas acusados de corrupción
y de vínculos con el narcotráfico, pero que advierten que un nuevo gobierno
priista supondría el regreso a la complicidad con la delincuencia y el crimen
organizado, y más lo que venga, pues aun faltando horas para que la gente salga
a votar, habrán golpes espectaculares que busquen minar las posibilidades del
triunfo priista.
Y
pese a todo, ninguno y nada de estos ataques modifica la cómoda ventaja
de Peña Nieto respecto a sus dos principales contrincantes, y que su
condición de puntero y ubicarse en la antesala del poder es irreversible, lo
que demuestra el resultado de que la candidatura del mexiquense se construyó
con mucho rigor profesional en materia de imagen política, y con resultados a
la vista: nunca en la historia político-electoral un aspirante presidencial
había llegado con tan amplia ventaja a una elección. Pero aun así, no hay que
confiarse, asegura tajante el presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín
Coldwell.
A
doce años de distancia de que el PRI perdió el poder ante Vicente Fox, el ex
presidente panista, es el primero en reconocer el triunfo irreversible de
Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, aun a costa de contravenir
a la cúpula de su partido, el PAN, que por cierto ya amenazó con expulsarlo de
sus filas. AMLO, líder de la izquierda, es protagonista por segunda ocasión,
como contendiente presidencial. AMLO, en este momento es una incógnita. Y como
ya sabe que va a perder, ya está saliendo el verdadero AMLO, no el amoroso sino
el que rechazará cualquier resultado que no le de la victoria: o gana él o es
el fraude. Esta actitud que se le ha visto últimamente, confirma el conflicto
poselectoral que viene.
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