Por: Fernando
Fernández López
Carlos Fuentes falleció el pasado 15 de mayo víctima de
una infección cardiaca cuando se encontraba en su domicilio de la ciudad de
México. El gran novelista tenía 83 años de edad y su muerte representa una gran
pérdida para las letras de nuestro país. El deceso de Fuentes fue inesperado y
sentido no sólo en los ámbitos académico, periodístico, intelectual y político,
sino en un vasto sector de la población que fue un gran lector de la obra del
escritor, lo mismo de México que en muchos países del orbe.
Fue un hombre cosmopolita y, fiel con esta categoría, su
pensamiento fue el más influyente de mexicano alguno en el extranjero. Nació en
Panamá por azares del destino, por ser hijo de padre diplomático que en ese
momento cubría tal misión en el país centroamericano, y combinó su residencia
lo mismo en nuestro país que en EUA, Francia e Inglaterra, fundamentalmente;
pero sus raíces mexicanas son indudables como se puede apreciar en el contenido
de muchas de sus obras, para muestra un botón dos de sus grandes novelas: “La
región más transparente” y “La muerte de Artemio Cruz”.
Carlos Fuentes fue un observador crítico por excelencia;
lo fue y lo sigue siendo, porque le tocó vivir las contradicciones y
transformaciones de nuestro sistema político. Aplaudió a su amigo el poeta
Octavio Paz cuando renunció a la embajada de México en la India por la matanza
de estudiantes en Tlatelolco en 1968, acción que años más tarde, en 1977, él
mismo repetiría al renunciar a la embajada de México en Francia por la
designación del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, como embajador de nuestro
país en España.
Y no obstante haber sido un crítico sistemático del
poder, el autor de la novela “Aura” fue objeto de un homenaje de cuerpo
presente en el Palacio de Bellas Artes, presidido por el presidente de la
República, Felipe Calderón, y por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal,
Marcelo Ebrard, y cientos de ciudadanos que lo despidieron con bombo y
platillo, con lo que quedó constancia del reconocimiento del pueblo y gobierno
de México.
Mínimo es lo que se hizo y merecía el hombre que puso en
alto el nombre de nuestro país en el mundo entero, y que fue galardonado con
todos los premios habidos y por haber en materia cultural, como el Premio
Cervantes, y el Príncipe de Asturias, aunque le faltó el Premio Nobel de
Literatura. Pero sin duda, el mejor premio que se le puede hacer a este icono
de la literatura latinoamericana, es leyendo su obra, sobre todo porque gracias
a sus escritos y a que fue un gran líder de opinión, Fuentes tuvo la virtud de
sacar a México del marasmo oscurantista y a que despertáramos la conciencia.
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